Te invito a pensar en la crisis como un paréntesis en tu vida.
Los paréntesis siempre vienen en par.
El primero marca el inicio de la crisis y el segundo, el final.
Todo lo que pasa en el medio de este par de paréntesis es la crisis.
Ese proceso incómodo, doloroso, confuso e incierto, donde las emociones están intensificadas y sientes que nunca más vas a poder salir de esta crisis.
Recuerda: siempre los paréntesis se cierran.
Siempre se cierran.
Las crisis se acaban.
Bien, mal, con un aprendizaje, con algo perdido y otra cosa encontrada, pero se terminan.
El tiempo que dura una crisis depende las circunstancias, del tiempo que se viene negando la necesidad de un estallido, del tema donde se centra la crisis.
Lo claro, lo definitivo, es que un día, se va a terminar.
La crisis no es un simple estado emocional triste.
Es un momento disruptivo en la vida, un antes y un después.
Por eso requiere que te acomodes a la nueva realidad, porque no la conoces a ella ni a ti dentro de esta nueva realidad.
La crisis tiene etapas muy marcadas y son las siguientes:
- Desorden: Confusión, dificultad para tomar decisiones.
- Negación: Minimizar o ignorar lo ocurrido.
- Intrusión: Pensamientos dolorosos y recurrentes.
- Translaboración: Expresión del dolor, muchas veces con ayuda profesional.
- Terminación: Integración de lo vivido y reorganización emocional.
La crisis se vive de forma repentina y arrasadora, pero se ha cocinado a fuego muy lento por mucho tiempo.
¿Qué hacer ante una crisis?
Buscar apoyo, de un profesional de la salud mental si es necesario.
No minimices ningún estado emocional o malestar que dure más de 2 meses.
Solo confía en que el otro paréntesis va a llegar y la crisis se va a cerrar.
Y sí. Cuando esto pase, serás una persona más fuerte, más flexible, más adaptada.